Subirme
a tu mente;
a tu piel antojadiza;
idear el plan que atente
contra el término medio
para elevar el nivel,
mostrándote, una y otra vez,
esa expresión perfumada
que habita mi lengua,
hace que te arrastre
a la antesala de un después
que implora reincidencia…
Así me tienes
y adhieres a mi ritmo
y no soporto
esta danza atmosférica;
la metáfora del derrumbe
que traes entre labios,
repetitiva…
Y, atraída por su vaticinio,
al abrirse a mi voluntad,
recobro lo que cumple
con confirmar la regla;
el indicio fundado
de la condición de amar…
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