Irremediablemente,
me dejo llevar
por la eufonía de tu elocuencia;
por el gusto que tienes
de alborotar mis certezas,
donándome la distorsión
de los estados dimensionales
que no alcanzo,
si no es a través de tu discurso…
Y sólo puedo migrar a lo próximo
que demanda sacarme lo sobrante,
rescatando lo necesario
tras irme de lo propio…
Suyo del pálpito,
esa luz atrevida,
consolida mi naturaleza pasional,
dispuesta a volver al principio…
Y tú, mientras tanto,
brillas en mi paladar,
agarrándote de mi abismo;
concentrándome,
fascinado por lo que pienso;
atado a la hipnosis pendular
que mantiene vívido el valor del silencio…
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