A su debido tiempo,
te sumas a mi azar,
pronosticando un frente
que va avanzar
hasta el último deseo…
Mi vida escapándose por tu cuerpo,
resucita,
pluvial e incendiaria
y te cuido,
cristal del cielo,
mientras sucede el levantamiento de la noche,
como un asomo de pomposidad
que me encamina
a tus estancias subversivas;
hacia el espasmo
que concuerda o sabotea
la línea del espejismo…
Perteneciente a tu lengua,
el verbo de la caricia,
va a hallar el extracto divino del goce,
tragándonos,
ante la saturación de un silencio
que reconoce
la magnitud de la energía;
la sofisticación
en la producción del placer…
Y, coloreados por la exageración,
por encima de la conciencia,
podemos comprender
los misterios que escoltan al hipocampo;
la luz y la sombra,
más allá del ser…
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