Chocan los vértigos
que anudan las entrañas;
hierven,
dejando escapar,
en sorprendente oscilación,
su sangre de agua y fuego…
En su palpitar de burbujas,
cuenta de los sueños que trae consigo;
los cristales infinitos de su oscuridad…
El canto petrifica un sol subterráneo;
prende al ápice, su torrente de brillos
y se abre, como un tesoro,
dejándome maravillar
con sus arpegios diamantinos…
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