Trepo cada ráfaga gramatical
que se apodera de tu lengua,
como una odisea que me desnuda el alma;
lo emocional reverbera,
mientras transito, conmovida,
su pregón de lumbres…
Me irradia su incesante cardumen de oro
en un torrente que deslizo,
desprendida del tiempo…
Paso a través de la noche
en tornasolado aleteo
y un atrapasueños me concede la libertad
de regodearme en tus ojos…
Las plumas me gotean su arrebato
y, en su arraigo,
diviso el más dulce de los sueños;
su germen fractal dosifica lo ignoto
y me nombra entre sus pétalos impares,
rebosantes de ambrosía,
sólo en su ejercicio por combinar
lo mío y tuyo…
Ebria de tanto dibujo resplandeciente,
me entrego al frenesí de tocarte;
aunar cielo y tierra
y transitar lo eterno,
como un volátil estallido
que va a tatuarnos el silencio…
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