Flota sobre mí
una nube copiosa;
un memorial de silencios
que me acecha en su desplome…
La luz ajada de la luna
se aventura en una noche
que no alcanza a suspenderla
y se desangra, entera, ante mis ojos…
Las horas bajas me resumen,
poco a poco,
aquejándome un dolor de lluvia
que trastoca mis cicatrices…
La canción del tiempo,
apenas, desviste,
esta pena que me subyuga;
su trinar de espinas
sobre el clamoroso paisaje del alma
le hace impotente y vengativa…
Desperdigada la ilusión
tras estallarle la espiga en fúnebre episodio,
me deja caer, sin compasión,
desde la cima de los cielos rotos…
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