Como el suave murmullo del agua,
surcando en la tierra su travesía,
así tu silencio me marca
frente y alma;
poesía…
Trae tanta magia
la luz que me concedes
que logro el éxtasis constante…
Me rodeo de tu nombre
y el aire se vuelve infinito;
te escribo mis pulsaciones;
el rubor embelesado que le sintetiza…
La rotación de los cuerpos
revela el teorema del brillo,
mientras transitan la entrega más pura;
el instante perenne…
Sólo tú me abres la puerta del siempre
para habitar su dimensión etérea
y elevarme en suelo índigo
con una espiral de luciérnagas…
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