Me mueve el instante deseoso
del más puro de los suelos,
donde imbuida de tu tacto
alcanzo el vuelo estremecido…
Briosa me alzo hasta tus ojos
y un crepitar de colores me brota del silencio;
un juego de luces zigzagueantes
se vuelven mis suspiros
hasta que un sol de carne me amanece
en los dedos…
Conspiran voz y labios;
un séquito infinito de rimas
acontece fluvial desde el alma
y ejerce presión el impulso,
tras suspenderme en una escala de violines
inmensurable…
La noche ambarina nos escruta,
destilando su geometría trepidante,
sólo por vernos mullir la sombra
tras desvestirnos el aire…
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