Parpadea la luz en tu silencio
y mientras llueves soberbio e impoluto
sobre el lugar exacto del relámpago
tiemblo
ante la cálida detonación
que me impeles…
La doctrina de los pájaros
se concede ante lo singular de tu brillo;
diluyo en el furor excelso
de sentirte tatuado en mi lengua
y percibo
cómo se articula la geometría del viento,
que nos refleja asentados
en la ciudad infinita,
fundidos en el giro fantástico
de un aleteo…
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