En ese bendito instante
en que la sincronía atraviesa el silencio
enseñándome tu sagrado toque,
se me hace agua la lengua
pronunciando tu nombre
con infinitos círculos concéntricos…
Mi carne en la alquimia de tus dedos
abrillanta sus temblores;
estalla en prolíferos suspiros
que siembro en tus ojos…
Fundidos en el instante del otro,
pisando la huella del tiempo
nos contempla
el espíritu de la noche…
Sobre la arena
gotea el místico paisaje
que acelera el carrusel de espejos
y al golpe del compás luminoso de giro constante,
se desatan espontáneos los destellos…
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