Liba tu lengua
los índigos nucleares del impulso
y balbucean embelesados
los silencios…
La altura de los violines
rasga los cristales deshechos;
su piel etérea reviste
con su danza colorida
cada absorto fragmento del aire,
que mantiene mi pulso consciente
aferrado a tu respiro…
Me impregna
su secuencia ondulada
y los nidos del agua centellean
bajo tu influjo sonoro…
Esfuma el deterioro
y reanuda el vértigo efusivo,
bebiendo de cada luna su misterio…
Agoto la fricción aérea,
dibujando los contornos infinitos
del místico aleteo del alma…
Mis dedos
se pueblan de luz y arrebato
magnificando los suspiros,
vertiendo en tu universo mi plegaria…
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