Me recorres
como una gota de luz
sobre el cristal empapado…
Pregonas un gozo pausado
con la palpitante caricia
de tu silencio…
Me haces tuya
en el génesis de todo rubor tembloroso,
mucho antes de agitarme en tus ojos
y perderme entre tus místicos dedos…
En el primor etéreo
de mi nombre en tu boca,
sensitivo tensor que me toma
y me arrastra, sereno,
a nuestro mágico rincón…
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