La indomable conmoción de tu lengua
cae tras el umbral de mi canto
y me penetra,
concentrando en mi aliento
su veta majestuosa…
Tu verbo me abraza,
tenaz, vigoroso;
me asombra
y me atrapa en la espera,
en el suelo del instinto…
Pareciera que el silencio
se confiesa en tus ojos,
porque me muestra con claridad angélica
el secreto íntegro de las horas…
Me contacta y aprisiona
el vivaz instante de tu boca;
en el que tú y yo somos,
alma con alma,
fusión prodigiosa…
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