En tu piel diluyen mis días,
como en noche de estelares ojos
la sed de la melancolía…
Persigues incansable mis crepúsculos
y fluyen mis tonos rojizos
hasta el ático de tus sueños…
Flamantes y robustos se lucen mis silencios
en los vaivenes de tu respiro…
Me perturba el sentido
cada ínfima partícula de tu existencia
y mi sangre desprende su tinta
en los pliegos índigos de tu lengua…
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