Tu lengua excelsa me adula
cuando anuda sus vocablos de cristal
a este silencio absorto…
Me encandila,
indomable
y reluce con terrible suavidad
dentro de mis ojos…
Pulsas con ingenuidad el aire
que oscila entre tu alma y mi boca,
alcanzando cada rincón
de mi saliva…
Me enamora la osadía de tu espíritu
que desborda sobre mis labios,
puliendo mis suspiros,
mientras consigues transmitirme
el brillo exasperado de tus tramos bandidos…
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