Existe la luz en tu lengua,
un soplo de luna
de singulares parpadeos
y perpetua desembocadura…
Sostiene mi aliento,
cohabita mi alma,
me inunda de ti
en un batir de espuma,
que hunde su arrebato de arena
en mis aguas,
enjugando la honda oscilación de su brillo…
Inmersos en tus ojos
mis peces cristalinos se deleitan
y conjugan la efervescencia de caer
sobre tu sed indómita,
émbolo burbujeante que convoca
todo el azul del universo
y me concede saborear
el prolífico arsenal que exuda…
Sin más remedio
que blandir la seducción alzada
y ahogarme en las retinas de tu piel,
ebria de beberme la miel del impulso,
desposo tu silencio…
El simultáneo aleteo
de nuestras almas
decreta el sustento del infinito
y entrelazados nos abraza
su eterno precipicio...
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