de tu lengua,
su matiz simbólico
alzándome en una espiral continua
por encima del silencio…
Ingrávida,
enaltecida,
ataviada de tu argéntea caricia,
trasmuto en las huellas
de una orilla sombreada
e ilumina mi llanto,
poderoso,
como titánico despliegue de cometas…
Me cabe en la voz el infinito,
lanza dorada que me atraviesa
con su cálido fragor,
pulsátil,
cristalino…
Siembro violines en el viento,
mientras tú bailas conmigo
sobre una cúpula de espejos…
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