Deslizan mi piel de arena
tus dedos azules,
murmuran con soplos sutiles
múltiples cascabeles cósmicos
que bruñen la faz del silencio…
Mi alma te respira,
blande su letargo
y conduce su desnudez
por tus senderos infinitos…
Tañe la luz
en la embriaguez de la sombra…
En el éxtasis sublime,
los giros del sueño
se vuelven llovizna
que cae sobre la frágil distracción del tiempo…
Las voces de piedra
se elevan y contengo el respiro…
Dentro se agitan
los acordes de tu fuego
y de todos mis suspiros
vuelves a hacerte dueño…
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