El velo armonioso de tu aliento
encamina con aplomo mi delirio…
Cuelgo mis cristales
del pentagrama infinito de tus ojos
y airoso, emerges de mis dedos,
como sinfónico suspiro…
Intuyo el festín del universo
agitando tu alma solar…
Tiemblo al pernoctar en tu lengua,
que ondea mi sombra
entre mármoles y estrellas…
Es que existir
en el quiebre de las horas
es musitar el brioso bemol de tu mirada…
Sentir que por siempre
habitas el templo de mis palabras…
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