Asiduo,
te avienes a mi lengua
y la posibilidad emerge
con una hilera de sucesos
en los planos alternativos…
Te presiento,
orbitando desde el oriente,
superlativo;
acercándome la fragilidad del intercambio;
dos fulgores que se empecinan
en el otro,
devorando el instante
en que se tiende el flechazo…
Se agudiza el sentir
con su misterio en cadena
y me doy cuenta de todo,
porque,
de cada horizonte, despeñada,
abro un nuevo espacio para tu aventura,
despojada de oscuridades…
Y pronto
me invade tu capacidad
para absorber el ajuste geométrico
de la sujeción que convierte
el ahora en nueva proporción,
secuenciando memorias y olvidos
como un cartel florido,
señalándome el misterio de la consecución…
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