Me susurras vanidades
que consagran lo irresistible de tu accionar
y ni me preocupa
ni me complica
esa manera
de conducir mi energía;
de traspasar el límite de mi realidad
con la suavidad que desencadenas,
provocador…
Porque no reduces,
adicionas;
multiplicas mis ganas
de darle paso al volumen de calor
que barre con mi ropa,
en completo acuerdo con tu piel,
consentimiento
que invalida lo prohibido…
Porque me va y viene
el apetito;
de un lado al otro,
me trae prendida
el trasfondo de tu desnudez
y tomo, como centro,
el químico estornudo,
porque hay más, pasando allí dentro,
tanto
que emprendo el viaje
hacia donde se asoma
el daño inevitable…
Y me traga tu cuerpo
y ya me formas parte,
porque en aquel instante íntimo,
ese siempre
se hace sangre, latido y carne…
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