Ruge en tu silencio
un péndulo de estrellas
que atraviesa por completo mi noche;
su fricción seduce la iridiscencia
y eterniza
la secuencia pulsátil de mis ojos…
Cimento el empuje en tu lengua
en cacería de sombras
y siento
resbalar la energía;
despertar la espiral de tus intenciones…
El compás del tiempo se amolda
a la melodía dorada que nos invade…
Y me rindo al dínamo luminoso
en el crujir del roce,
que acopla los giros del alma
al vértigo de la carne…
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