Me adentro
en el silencioso rocío de tu voz,
oceánico refugio de embriaguez lunar…
Arrobada,
en un impensado aleteo
que mantiene el ritmo de mi oscuridad
al alcance
de lo que intuye
el otro lado del espejo…
Fondo de arista
que acumula el candor de la noche…
Me reconoce las manos
el sudor de acicalar la arquitectura rutilante,
erguirme en la fragancia consonante
que desprende tu son poético…
Residente de tu aire me confieso,
asidero inalterable de suspiros,
cuya libre expansión evoca
los hangares del infinito…
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