Me dejo romper
por la avidez de tu lengua;
por el enigma de su piel indescifrable,
sensible punción con la que eclosiona mi alma…
La seducción salvaje
que aprisiona sutilmente mis contornos,
requisa mis silencios
haciendo de ellos fortaleza sagrada,
imponente recodo de luz…
Enredada
en las fibras indomables
que exhiben tu radiante tesitura,
me rindo, como poeta a su Luna,
vulnerable, embelesada por ese azul
que escudriña los regueros de mi Pluma…
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