A sorbos voy hilando la mágica resina
que te desnuda a mis ojos,
descubriendo la pausa del árbol,
la voz de los pájaros
en las oscuras gargantas vespertinas…
Encuentro la lluvia sensitiva
en los retazos luminosos
que parpadean tras los cristales del ático…
Alcanzo el mosaico de estrellas
que libera la quietud de mi alma,
y los jardines de mi lengua
consiguen reflejar intacto
el albor de tu pureza…
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