Se acomoda en silencio
el fragor de tu efluvio;
me invade y concurro
al despliegue atrevido
que me arrebata las horas...
Discurre copioso
a través de mi saliva,
forjando en mi lengua
su enclave...
Me envuelve
la vibrante extensión
de tu dominio...
Recito
tu tacto inefable
y la noche celebra infinita...
Luminiscencias tatuadas
en los renglones de mi tinta...
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