Me trepa el ascendente vespertino
y encumbra mi silencio
a tu perpetuo escenario…
Siento evaporarme
en la sinuosa melodía de tu tacto…
Puedo escucharte
en el suspiro del alma;
mecerme en el terreno del goce
mientras tu noche detecta mis labios…
Tu verbo se ondula en mi saliva
y envuelve el reclamo
engarzándole al circular movimiento
con el que renazco…
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