El viento se acicala en tu lengua,
bate el cristal de sus colores
y pule el límpido suspiro
que se aferra a mi alma…
La noche
se contempla entre tus dedos
como sueño constelado,
apretado a mi silencio…
Bebe el agua de tus ojos
descubriendo
con brioso candor
la claridad del infinito…
En tu espíritu tatúa el sol
su bitácora de soledades;
el ruido fecundo de la Luz,
que expande su magnitud
a través de mi carne…
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