Exuda inagotable
el universo por mis dedos…
La dicha de tocarte
abrió la compuerta del cielo…
Y es que caen en mi pecho
los destellos cristalinos,
que ruedan con mi silencio
a los umbrales del destino…
Los acordes de mis venas
con sutil arpegio
me enlazan a tu silueta
en caudal abierto…
Me muevo en tu diluvio
-audaz apogeo-
y sucumbo al golpeteo
inocente de tu efluvio…
Abro la mirada de la noche
y sucumbo a sus oscuras aguas
-secreto profundo-
La vereda diligente de tus suspiros
ha esculpido el itinerario
y camino el corolario
de la invasión de tu respiro…
¡Y es que de veras te estoy amando!
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