Disfrázame en tu boca de vertiente venenosa,
y en tus labios no habrá pecado,
cuando me muera dichosa…
Bésame hasta que la luna se caiga
y ruede por mi vientre lastimosa,
desgranando la humedad de su savia,
luz espumosa…
Suave desanuda mi silencio,
que haré estallar de plenitud tu aliento
y en la frescura de los suelos,
emergerá el vapor del lucero, celoso
ante la majestad del trueno
despojado a nuestro antojo…
Vierte en mi noche el ardid
de todas tus horas desveladas,
prueba conmigo si tu espada
cubre de flores mi ansias
y séllalas en la cama
con pétalos albinos
y bebe de mi vino,
la locura del torrente enloquecido
que hoy por ti clama...
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