Arde la fogata junto al mar
y la brisa suave arremolina en mis cabellos,
que tú adornaste con estrellas…
y llueve ante mis ojos la magia de tu presencia,
embriagadora esencia,
que se pierde en mi crepúsculo confeso...
Te quiero.
Cae la noche y en vigilia me desprendo los luceros
y camino a ciegas por la orilla de un altar pregonero de nuestro romance...
enlace etéreo que dibuja nuestros labios en el cielo,
que hace que se encuentren cuantas veces quieran hacerlo...
Y me tocas, con la melodía de ángeles ausentes,
que en tu voz se convierte en asidero de paraísos celestes...
me quito las alas, su reflejo se aleja
y por fin, desnuda de piel en tus aras,
exquisita morada de sueños,
renuevo mi mañana,
mi sol con el tuyo se baña
y amanece el temblor de la roca temprana,
cautelosos los dedos amasan discretas caricias
sobre el abismo de mi suelo,
ruedan tus ojos hasta fijarse en mi pecho,
y los míos...los míos ya transitan el destierro,
para mirarte serena, sin secretos…
Desde el otro lado de la luna… anochece…
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