La luz se consagra,
penetrando la oscuridad
y vuelvo a quedarme a merced
de la tuya,
trayéndome su energía,
envuelta en el compás
con el que te apetece
atraer la renuncia de mis voluntades;
fulminar mi cordura…
La perpetuidad del cambio
me vislumbra
varada en tu caricia;
trazando las rutas orbitales
con la pirueta que enlaza las ondas
arrimadas al caos silencioso de tu piel,
moldeadora de apetitos
que se expande en cada giro
y me ve sostener la fantasía…
El sonido de sus formas
memoriza las mías,
como la música del aroma,
fundiéndose a la atmósfera creativa,
fractal
que colocas en mi lengua
al compartirme tu cielo
y quererlo dibujar con mi perspectiva…
Me conviertes
en un ángel de acuarelas apremiantes;
en tus lienzos de sal;
pájaro sin plumaje,
sobrevolando los reinos
de un sueño astral…
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