Y llega nuevamente
este tiempo de muerte
de epitafios danzantes,
porque hay uno
que lucha sin cansancio,
que regenera
y vuelve a encandilarme…
¿Dónde vine a caer?
¡vil instante! ¡oscura tarde!
El abandono de las ruinas
deja fantasmas en el aire…
Temblorosas las orillas
tienden las manos hacia
un ocaso que tiñe de sangre
el verso roto…
Mi colina ya no trae soles
y el tuyo se empañó en la boca
de mis temores…
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