Me tienes
perdida en la atracción
de tu lengua flamante;
en la distorsión
que induce el desmayo del instinto,
mientras te acerco mi condena
de arrastrarme a tu escondite…
Defines las múltiples zonas
donde todo se torna infinito…
Nada más real
que lo que me haces sentir,
ese encuadre atemporal
que remueve el suelo vivo;
frenesí,
esa chispa que oscurece el sol,
quemándolo;
honestidad, escurriendo
desde las papilas de la decadencia
para detonar el hartazgo…
Tan dentro
reaccionan a tus iones implacables
mis labios
y de mí, tu último zumbido;
muero ahora,
como lo hice antes
para mirarme resucitar en tus ojos
y compruebes ser milagro
futuro y pasado;
todo ese fuego inmortal,
ardiéndome en el alma,
artillero del diluvio,
donde me enrollo y catapulto
hasta tus atuendos de ingeniería,
sábanas de encanto,
despojándose de mi rumbo
quisquilloso,
encajando tu anatomía…
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