Vertiginosas
sacuden las cuerdas del silencio
a tu contacto,
como arpegios de luna
descifrando la noche…
Obnubilada
por el roce esencial de tu verbo,
clama de gozo mi espesura
y sitiada
por el perfume musical
de tus ojos,
contemplo la danza celeste
que atiza, en lumínico germen,
los campos hambrientos
de mi locura…
Me recita el garbo tu figura
con rimas eminentes
y mi sombra vierte entre tus dedos,
como el palpitar del agua
al toque fructuoso del viento…
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