Envuelta
en el efluvio cristalino de tu lengua,
tiemblo
y rompe en fragores
el pulso de mi alma…
Ondean las coordenadas
en copioso resplandor
sobre el plano de mis estrellas
y brilla el dardo desafiante
que me enseña
tu ubicación exacta…
Mi silencio corona tu presencia
en el santuario de los espejos
y me miro en tu luz,
en la profunda expresión
que surge retratada
en la consecución de tu reflejo…
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