Me brindo
irrenunciable
a la copa dulce de tu aliento,
al verbo inquebrantable
que seduce mi saliva…
Bebo de la embriaguez nutrida
que destila tu silencio
y eruditas cicatrices rezuman congruencias
entre tu alma y la mía…
El pulso del viento
se hunde entre mis suspiros
y peregrino la certeza inexpugnable…
Siento la libertad insaciable
desvestirme del cuerpo,
desangrando el pensamiento inefable
de saberme tu reflejo…
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