Intento enredar
con los ojos de mi aliento
-remolino turbulento-
tu copioso mirar…
Descubro el roce
de tu corcel diamantino
y monto la vibración aguda…
Al invocar el iris de tu nombre
abandono el sitio
que acecha inagotable
mi destino
y con su grácil arribo,
despeja el canal de mi sueño…
Fluye la magia entre mis dedos
y el huerto infinito se abre
a mis semillas de avatar...
En la contemplación del espíritu
brotan los más espejados versos…
Un haz de hierba estelar
entrelaza nuestras almas
y el rocío del aura
riega de luz nuestra ciudad…
Yergue en su centro la fuente
rebosante de cometas
y un deseo cristalino
aquieta el sentido…
En el acople sinfónico
de nuestras voces
se engendra la Catedral de los Soles,
sede de musas, encanto y albores…